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Violencia económica contra la mujer: ¿Cómo identificarla y cuáles son sus consecuencias?

  • Lunes 29 de noviembre de 2021
  • 12:42 hrs
  • Autor: Claudio Zurita Gutiérrez

Lorena Hermosilla, académica Escuela de Psicología de la UCM explicó los principales factores de la violencia económica, mientras que la directora regional de Prodemu habló sobre las alternativas que ofrecen para generar una independencia económica.

Son muchas las mujeres que ven frustradas sus opciones laborales ante la negativa de sus parejas de tener sus propios ingresos, para que en vez de eso, trabajen desde sus domicilios en el cuidado de los hijos y en los quehaceres del hogar, a pesar de que en muchas ocasiones ellas quieran generar sus propios ingresos y desarrollarse en otras áreas.

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Diarios en Red conversó con Lorena Hermosilla, académica Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Maule (UCM), quien explicó diversos aspectos de la violencia económica.

Existen diversas formas de violencia en contra de la mujer, una de ellas es la económica, la cual “se define por aquel ejercicio de acción de parte de quien lleve las finanzas o sostenga las labores de proveer económicamente a un grupo familiar o una relación de pareja o los gastos de un hogar. Esa manipulación adquiere distintas expresiones, ya sea desde el abierto control de los gastos que se hacen en el contexto doméstico, también adquieren otros tipos de forma, ya sea la prohibición de que la mujer pueda acceder a un espacio laboral remunerado y el control de los gastos que una mujer pueda hacer respecto de los ingresos que ha entregado”, señaló. 

“En Chile y a nivel latinoamericano las mujeres siguen desarrollando mayoritariamente labores de cuidado y del ejercicio de las labores domésticas, actividades que no son remuneradas (…) existe todavía una brecha salarial importante que sostiene también una importante desigualdad respecto al acceso y la disponibilidad económica que las mujeres pueden llegar a tener. Por ende, estos factores propician la existencia de la violencia económica, generando condiciones que facilitan su aparición, sin embargo, la violencia económica es un fenómeno que es de difícil detección, está muy normalizada, es más bien invisible y, por cierto, también está culturalmente y políticamente menos castigada que otros tipos de violencia, como la violencia física”, añadió.

Ante esto indica que en los casos más comunes está presenta “la prohibición de que las mujeres puedan acceder a un espacio laboral remunerado, el control o supervisión cierto de los gastos que una mujer pueda hacer respecto del de los ingresos económicos que esta persona ha entregado a su control. Por ejemplo, en cómo gasta el dinero que le entrega a la mujer para los gastos de la casa, limitar que estos gastos puedan desviarse a requerimientos personales de ella o que no sean exclusivamente de corte doméstico como son el pago de las cuentas de servicio, la compra de alimentación”.

“Restringir que esos recursos disponibles que no se encuentran disponibles finalmente de manera libre para resguardar otro tipo de necesidades que pudiera tener la mujer”, agregó.

De igual forma aclara que hay otro tipo de violencia económica que no necesariamente está dentro de una relación de pareja.

“Muchos hombres no pagan pensión de alimentos respecto a sus hijos, y eso también es considerado violencia económica atendiendo que impacta la estabilidad económica financiera, por ende, también genera impacto psicológico emocional en la cuidadora que sí sostiene los cuidados y la manutención económica de los hijos en común”.

Consecuencias psicológicas

Hermosilla destaca que como en todos los tipos de violencias, el impacto que puede tener la violencia económica es amplio, debido a que afecta “no sólo en términos de consolidar un estado económico financiero mucho más ajustado, equilibrado, libre de manipulación y libre de control, sino que también impacta en la precarización de la condición en la que se encuentran muchas mujeres”.

“Son mujeres que precarizan su vida y las posibilidades a las que ellas pueden acceder atendiendo a que se encuentra mucho más restringido el acceso a otras oportunidades que pudieran ser financiadas con recursos de libre disposición”, agregó.

Con esto ejemplifica diversas situaciones como “poder acceder a espacios laborales remunerados con mayor libertad, con menos conflicto. Eso potenciaría los recursos personales, profesionales, técnicos y culturales de esas mujeres. Entonces, que no puedan acceder a eso obviamente impacta y precariza de forma social, económica, cultural, emocional y psicológicamente también a las mujeres”.

La académica indica que el impacto psicológico está orientado a la condición en la que se encuentra el agresor. “Son mujeres que habitualmente tienen un sentido de anulación respecto a sus capacidades, baja autoestima, una visión negativa de su potencial, una visión negativa de sus competencias, desesperanza, en el sentido de no proyectarse personalmente a futuro, incremento en su desarrollo socioemocional”.

Finalmente hace hincapié en que “todo tipo de violencia psicológica, económica, emocional, verbal es también violencia física”.

Ante esto último explica que “los expertos han venido concluyendo aquello, atendiendo que el malestar asociado a estas otras figuras de violencia genera una repercusión a nivel de la química cerebral y del funcionamiento cerebral de las mujeres, conectada con la regulación emocional que manifiestan o expresan a la luz de estos fenómenos de violencia (…) Obviamente hablamos también entonces que hay una violencia física”.

La profesional señala que las mujeres que viven esta situación deben buscar ayuda psicológica, debido a que pueden sentir que “se limitan sus libertades respecto del ejercicio, no solo de su potencial económico, sino que en todos los en todos los planos. O sea, una mujer que se percibe en una relación de pareja en la que de una u otra forma sufre límites de control respecto de su libre voluntad o su vida en general debiera pedir ayuda para poder de otra forma romper con ese dinamismo”.

Alternativas para la autonomía financiera

En la región del Maule la Fundación de promoción y Desarrollo de la Mujer (Prodemu) entrega diversas alternativas para apoyar a las mujeres en la autonomía económica.

Así lo explicó a Diarios en Red, Valeri Santander, directora regional Prodemu Maule, quien señaló que ellos trabajan por derivación desde las municipalidades, del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg) y por requerimiento espontáneo de las mujeres.

“En las cuatro provincias hay oficinas, de esa manera vamos pesquisando mujeres que requieren nuestro apoyo. Somos el primer escalón para que las mujeres comiencen con la autonomía económica y trabajamos tanto con emprendedoras como quienes quieren especializarse”, señaló.

Y agregó: “Hay un porcentaje alto de mujeres que son jefas de hogar y también muchas que son casadas y están siempre en su espacio privado y que no tienen ninguna iniciación económica. La idea es potenciar la salida de las mujeres del espacio privado, llevarlas a un espacio público donde puedan ver cuales son sus habilidades y que tengan la capacidad de generar sus propios recursos y desligarse de la dependencia económica, la que muchas veces comienza a generar la violencia”.

Sobre el proceso que se inicia, Santander explica que “se comienza con jornadas informativas donde pueden participar y reconocer cuales pueden ser sus habilidades, nosotras las empoderamos para que sientan la capacidad de desarrollar sus habilidades. Luego las invitamos a un curso llamado ‘Juntas crecemos’, de manera asociativa o individual vamos potenciando sus emprendimientos”.

Tenemos buenos resultados, hay emprendedoras que han empezado de nada, en el área rural hay mujeres que no sienten la capacidad de poder generar recursos. Hemos empezado con pequeños invernaderos y hay casos muy exitosos que han llegado a tener dos o tres invernaderos que ya se han formalizados”, añadió.

De igual forma, la directora regional de Prodemu indica que la violencia económica se ve mayormente en las zonas rurales.

“El machismo está muy arraigado en las costumbres, las mujeres piensan que su trabajo en las casas es lo que deben hacer, entonces, nosotros las vamos ‘estrujando’ para que ellas vayan saliendo de esa creencia cultural y que vean que tienen todo el potencial que no lo explotan porque tienen miedo”, sentenció.